El Diario: Tom Hiddleston
- Traducido por: Adriana Nilsson
- 3 dic 2015
- 5 Min. de lectura

El actor de King Kong habla de las "selfies"- y el moderno circo actual, que es el negocio del cine "Esta es la grabación donde se ve a Kong por primera vez." El primer día, la primera toma, un nuevo trabajo: estoy en la parte más profunda. He empezado el rodaje de una nueva película de King Kong - Skull Island - que se está grabando en la isla de Oahu, Hawaii. Como actor con una pasión por la historia del cine, este es un día memorable para mí. He mirado a los ojos de un simio. Una torre de poder y majestad, de pie como un rey. En realidad, el lente de una cámara fijando un marco de mis ojos, enfocada atentamente e intensamente en una profunda vertiginosa expansión de la pantalla verde, casi alucinógena, con sólo mi imaginación como combustible para el fuego. Pero eso es lo que me encanta de la actuación. Lo es, y siempre será, un acto infantil imaginativo. Dieciséis meses a partir de ahora, esa sencilla toma será colocada de lado a lado de un icono del cine, de la época en que el cine como una forma de arte que todavía en su infancia. King Kong está de vuelta. El negocio del cine es un circo moderno hoy en día - en todos los aspectos. Un grupo diferente se dirige a la ciudad cada fin de semana, cada uno con su propia promesa de un nuevo espectáculo exclusivo, todos compitiendo para ganar tu atención durante dos horas. ¡James Bond! ¡Una casa encantada! Un hombre en Marte! Afortunadamente, los osos bailantes ya no figurarán en el proyecto, pero los actores ahora tienen nuevas responsabilidades, separando su tiempo "en el frente", en el escenario o delante de una pantalla verde. Ellos están obligados a embarcarse en viajes del deber de promoción para representar el trabajo de cientos y miles de personas delante y detrás de la cámara - los magos reales, diseñadores de vestuario, los diseñadores de producción, los encargados de utilería, decoradores de escenarios - quienes hacen del show, el espectáculo que es. Para la mayoría de los actores, esto es el verdadero trabajo. En los últimos dos meses, he hecho mucho de menos trabajo que requiera mi imaginación y mucho más respecto a hablar. Durante estos viajes de prensa - un requisito contractual a los actores en la era moderna para ayudar a difundir la palabra y beneficiar a la taquilla - uno espera, por encima de todo, representar las intenciones del director, presentar la película, profundizar la comprensión de la audiencia sobre el contexto en el que se hizo la película, no tomarse demasiado en serio a sí mismo, y subsistir con una dignidad personal relativamente intacta. No todo el mundo juega limpio. He aprendido un nuevo conjunto de habilidades para esquivar los titulares-quienes persiguen las noticias calientes: las preguntas diseñadas para obtener una respuesta sensacionalista más propensas a determinar la audiencia en un sitio web determinado. . . . El cine está evolucionando a un ritmo que no podemos rastrear. Ya estamos viviendo en el futuro del cine. Cuando Michael J Fox Marty McFly parpadea por un plazo de 30 años en Volver al Futuro II, una película estrenada en 1989, llega al 21 de octubre de 2015. Las pantallas planas están en todas partes, como se predijo. Patinetas voladoras? No exactamente. Pero esa película, que una vez miró hacia el futuro, ahora siempre se encontrará en nuestro pasado. El tiempo ha estado en mi mente últimamente. High Rise, adaptada por el director británico Ben Wheatley-de la novela del mismo nombre de JG Ballard- celebró su estreno británico en el Festival de Cine de Londres (BFI) en octubre. Escrita en 1975, High Rise es una sátira de las costumbres sociales, una pesadilla distópica en la que los habitantes de una torre de apartamentos - yo interpreto a un joven médico que se muda ahí por primera vez - sucumbiendo a sus instintos más bajos, que están al acecho debajo de una fina capa de modales civilizados. High Rise es como un trasatlántico que desaparece en el horizonte, donde todos en la cubierta viven de acuerdo a su propia ley. La película está ambientada en la década de 1970 pero la sátira sigue siendo vigente al día de hoy.

Ben y yo decidimos sorprender a la audiencia de la segunda proyección con una sesión de preguntas y respuestas, que tuvo lugar en la Plaza Odeon Leicester a las 11 de la mañana de un domingo por la mañana - ya sea demasiado pronto, o no lo suficiente, para la distopía bacanal de Ballard, dependiendo de tus preferencias. Ballard escribió el libro en el pasado, mirando hacia el futuro; y nosotros hicimos una película desde el futuro, mirando hacia el pasado. El propio Ballard fue profético acerca de tantas cosas: nuestra creciente dependencia de la tecnología y la industrialización de la imagen en movimiento, y cómo esas dos cosas cambiarían nuestra forma de pensar y tener un impacto en nuestra psicología colectiva que es duradera y profunda. "Uno tendrá", Ballard predijo, "el acceso a grandes cantidades de información filmada de todo tipo imaginable. Una de ellas será del tipo que incorpora con la propia identidad, un enorme flujo de imágenes de diversa índole que se generan en cualquier otra parte ". YouTube, Instagram, "selfies": Ballard lo vio venir. Yo había estado leyendo un volumen de entrevistas de Ballard, Metáforas Extremas, y decidí por un capricho llevarme el libro bajo el brazo y leer un pasaje en voz alta en la sesión de preguntas. Después de un breve prólogo, me quedé mirando fijamente a una audiencia armada con teléfonos inteligentes - cientos de parpadeos de luces blancas brillantes mirando hacia mí, uno de ellos perteneciente al propio Ben Wheatley - cada uno creando su propia y subjetiva narrativa digital. Leí en voz alta el siguiente pasaje, que data de 1978: "Exactamente de la misma manera que, cuando tienes tu primera cámara, usas tu tiempo fotografiando niños jugando en una piscina infantil. Pero después de un tiempo, te vuelves más ambicioso, y empiezas a tomar un interés en el mundo en general. Creo que lo mismo va a pasar - comenzando con la interminable idea de fotografiarse a sí mismos, afeitarse, cenar juntos, tener peleas caseras - por supuesto, las aplicaciones de un dormitorio son obvias ". Más tarde, cuando Ben y yo salimos de Charing Cross Road, fuimos recibidos por una línea de gente, pidiendo cada uno una selfie propia. . . . El Festival de Cine de Londres es posible gracias al British Film Institute, que recientemente lanzó "El cine es Frágil", una nueva campaña para recaudar fondos para ayudar a preservar la colección de cine de la nación. Establecida con gran visión en el futuro en el año 1933, dicho sea de paso, el mismo año en el que Merian C. Cooper y Ernest B Schoedsack lanzaron la primera, ahora clásica, película de King Kong para RKO, el BFI fue inteligentemente concebido por los que trabajaban en los primeros días del cine, quienes entendían que se convertiría en una forma de arte de gran alcance de la era moderna. El Archivo Nacional del BFI fue concebido como una colección de igual estatura que las demás grandes colecciones británicas como la Galería Nacional y la Biblioteca Británica. Pero el Archivo Nacional BFI actualmente recibe £ 6 millones al año; la Biblioteca Británica, casi £ 100 millones . Debemos hacer todo lo posible - ahora estoy actuando en mi nueva condición de embajador en el BFI - para ayudar. No podemos predecir el futuro (bueno, Ballard puede, y Michael J. Fox y Christopher Lloyd se acercaron mucho), pero estamos atados inexorablemente a nuestro pasado. Y, si no preservamos nuestra colección de películas en el BFI - una obligación urgente del presente - entonces, los tesoros del pasado, del cine, de la forma artística que define a nuestra época, van a desaparecer, al igual que todas aquellas selfies, en la Nube. Tom Hiddleston es un actor y el primer embajador del BFI
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