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El ascenso de los monstruos femeninos muestra que las películas de horror no le tienen miedo a las m

  • Traducción y publicación: Diana Medina
  • 26 nov 2015
  • 4 Min. de lectura

La Cumbre Escarlata de Guillermo del Toro es uno de los filmes de horror más femeninos que hay, es parte de una tendencia por mostrar mujeres en toda su gloria con hacha asesina.

Lady Lucille Sharpe (Jessica Chastain) in Crimson Peak. Photograph: Allstar

En alguna parte del tercer acto de La Cumbre Escarlata de Guillermo del Toro- alrededor del momento en que una maniaca y gritona Jessica Chastain está corriendo por la propiedad embrujada blandiendo un cuchillo de carnicero- me di cuenta que tal vez nunca había visto una película de horror que fuera tan descaradamente femenina.


La gente parece que va y viene en el género: a veces se le llama horror, otras (como del Toro) “romance gótico”. Hay fantasmas, galones de sangre y más que un par de memorables mutilaciones faciales.


Y aún así, la mayor parte del tiempo, La Cumbre Escarlata podría pasar por el más violento episodio de Downton Abbey. Todos esos fantasmas están intercalados con hermosos vestidos de baile, vals románticos, monólogos apasionados sobre amor y discusiones de los obstáculos que las mujeres escritoras enfrentaban en la literatura del siglo XIX. (Nuestra heroína, Edith, es una aspirante a escritora que tiene que mecanografiar sus historias: su escritura es tan femenina que “la delata”.)

Del Toro afirma que canalizó a su “niña lectora interior de 14 años” para hacer esta película, y parece calibrada para ser amada por mujeres lectoras fanas del horror y descartada por todos los demás, de la misma forma que todas las mujeres que conozco quedaron impresionadas por Sentido y Sensibilidad de Ang Lee y ningún hombre que conozco la ha visto.


Es femenina en otra forma también, que sospecho tiene que ver con las críticas divididas: los hombres en La Cumbre Escarlata son completamente deshumanizados. Existen para ser pensativos, atractivos, seductores y/o leales, y no mucho más.

Christopher Lee in Curse of Frankenstein, 1957. Photograph: Courtesy Everett Collection/REX

El centro de la película es la batalla entre la virtuosa novia Edith (Mia Wasikowska) y su espectacularmente trastornada cuñada, Lucille (Chastain). De ahí, Chastain gritando en un hermoso vestido victoriano mientras empuña el cuchillo de un carnicero. Así que, otra de las grandes distinciones de La Cumbre Escarlata: como parte de la ola de nuevo horror que se enfoca en el poder de los monstruos femeninos.


“Monstruo” ha venido a sonar masculino. La mayoría de los asesinos en las películas de la década de los 70 y 80- Freddy Krueger, Jason Voorhees, Michael Myers, Leatherface- eran hombres. (El villano de la primera película Viernes 13 era realmente la mamá de Jason, pero a las personas se les suele olvidar.)


Igual con las clásicos: Drácula, el monstruo de Frankestein, el hombre lobo, todos hombres. (Aunque Frankenstein fue escrito por una mujer.)


Ha habido grandes mujeres monstruos- la chica lobo en la licantropía-como- el clásico de la menstruación Ginger Snaps o la reina Alien de Aliens- pero el horror puede parecer un género en el que las mujeres pasan la mayor parte de su tiempo quitándose la ropa, siendo asesinadas o corriendo.


Eso es injusto. El horror es catarsis. Es un exorcismo primal de nuestros miedos personales y culturales. Y frecuentemente exorciza el miedo más personal de todos, al invitar a los espectadores a identificarse con ambos, los monstruos y sus víctimas, y a enfrentarse a sus propios lados oscuros.


Como Margaret Atwood ha señalado, si a los personajes femeninos no se les permite tener lados oscuros- si pueden ser víctimas o heroínas, pero nunca los grandes malos- entonces las mujeres son definidas como menos que totalmente humanas.


Así que es significativo que ahora ya por varios años, mucho del horror ha sido sobre la maldad que acecha en los corazones de las mujeres. Consideren Ex Machina de este verano, en el que un sexbot creado para satisfacer los deseos masculinos hace una revuelta y los empieza a matar, como si la novia computadora en la película Her de Spike Jonze se haya dado cuenta de qué patético era Joaquin Phoenix y decidiera que los hombres necesitaban ser eliminados del planeta.


O, para el caso, el alien recolector de órganos en Under the Skin, que era posiblemente la seductora menos convincente que ha habido (no puede hablar mucho o comer comida humana sin escupirla), pero fue interpretado por Scarlett Johansson y quien parece que probó que los hombres heterosexuales se subirían a cualquier camioneta creepy de asesino siempre y cuando alguien parecido a Scarlett Johansson esté involucrado.


Under the Skin: a chilly female monster. Photograph: Allstar/Film4

Si quieres tu horror más cerca de casa- y si no quieres dormir hoy- échale un vistazo a la completamente aterradora The Babadook de 2014, en el que la demoniaca fuerza que posee una casa es más o menos la depresión de una madre soltera y el enojo por su joven hijo. Hay sustos para brincar, monstruos y una devastadora incidencia de gore. Pero la razón real por la que The Bababook se hunde en nuestros huesos es porque pasamos la mayor parte de la película honestamente considerando todas las razones por las que una madre querría matar a su hijo.


Puedes, indudablemente, crear un monstruo femenino que es una proyección del desprecio masculino por las mujeres: Atracción Fatal, en la cual las característica definitoria de la “malvada” mujer es que le gusta el hombre con el que se involucró o Psicosis, la cual es un largo tratado freudiano sobre madres dominantes.


Pero el aspecto verdaderamente terrorífico de todos estos monstruos es que empatizamos con ellos: el robot en Ex Machina sólo quiere ser libre, el alien en Under the Skin es inesperadamente indefenso en nuestro mundo, la madre poseída en The Babadook está en agonía. Estas mujeres representan ira, muerte y apetitos carnívoros. Pero cada mujer en la audiencia ha estado enojada. Tal vez lo suficientemente enojada para querer sangre.


Lo cual nos lleva de vuelta a La Cumbre Escarlata y a Lucille. Parte Sra. Danvers, parte Bertha Rochester, no debería ser ninguna sorpresa que Lucille es la contraparte de la sombra de Edith en muchas maneras. Tampoco es sorprendente que la mayoría de los fantasmas que vemos son mujeres.


Si vas a copiar de las Bronte, debes recordar su más grande lección: la única batalla que importa es entre una mujer y su oscuridad interior. La oscuridad puede ser algo que no todos quieren confrontar. Pero es un recordatorio refrescante de que las mujeres son humanas- con ira del tipo de hacha asesina y todo.


 
 
 

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